21/7/11

¿CÓMO AFRONTAR UN CASO DE BULLYING DESDE LA ESCUELA?

Cuadernos de Educación y Desarrollo
Vol 1, Nº 1 (abril 2009)
Nuria Otero Martínez
jmariohv@yahoo.es
Cada vez son más comunes los casos de bullying en nuestros centros educativos, y es que nuestra sociedad está cambiando y se está volcando hacia caminos más agresivos y menos solidarios. Esta situación es bastante preocupante y más cuando se trata de niños/as que están empezando a crecer y que formarán la sociedad de mañana por lo que tanto desde el hogar de estos niños/as como desde el aula se deben buscar caminos alternativos y más acordes con los principales valores de nuestra sociedad: Respeto, tolerancia e igualdad.
Es muy común leer en la prensa diferentes casos de bullying y estos casos no sólo se están dando entre adolescentes de la ESO, sino que cada vez las edades en las que se producen estas prácticas son menores; por ello se deben desarrollar metodologías que impliquen los valores señalados desde la Educación Primaria intentando detectar estos casos e influenciando sobre los alumnos/as de manera positiva.
Para poder dar una serie de pautas con las que detectar los casos de bullying desde la escuela y poner en funcionamiento una serie de metodologías con las que afrontarlo es necesario conocer perfectamente el término bullying:
Tal y como afirman Santiago Cambero Rivero y M. Mar Tully Sánchez: “resulta complejo definir el fenómeno "bullying", y más aún traducir literalmente este vocablo inglés al castellano. Implica a veces el golpear o dar patadas a otros compañeros de clase, hacer burlas, "pasar de alguien", etc. Pero estas situaciones resultan bastantes comunes en los centros educativos (colegios e institutos), y pueden llegar a ser muy dañinas para quienes las sufren, generalmente en silencio y en soledad”.
El concepto de “bullying” proviene de la palabra inglesa “bull” que significa embestir, aunque también ha sido traducido como matón. Se trata de una adaptación del concepto de acoso moral en el trabajo al acoso moral en el ámbito escolar; ambas formas de comportamiento tienen mucho en común, dado que las dos son manifestaciones de violencia psicológica a través del acoso grupal, lo que las diferencia es el ámbito donde tiene lugar, unos en el trabajo y otros en la escuela.
Concretando más la definición de “bullying” puedo citar la dada por Fuensanta Cerezo, profesora de Psicología de la Universidad de Murcia y experta en bullying que lo define como: “ forma de maltrato intencionado y persistente de un alumno hacia otro sin que medie la provocación”, posteriormente añadió que: “el problema se da en las relaciones interpersonales y que en el proceso colabora todo el grupo del aula y no es algo sólo del agresor y la víctima”.
La palabra "bullying" se utiliza para describir estos diversos tipos de comportamientos no deseados por niños y adolescentes, que abarcan desde esas bromas pesadas, el ignorar o dejar deliberadamente de hacer caso a alguien, los ataques personales, e incluso los abusos serios. A veces es un individuo quien hace el "bullying", o un grupo (pandilla).
Lo más importante no es la acción en sí misma, sino los efectos que produce entre sus víctimas. Nadie debe subestimar el miedo que un niño, niña o adolescente intimidado puede llegar a sentir.
Por tanto, estas situaciones de acoso, intimidación o victimización son aquellas en las que un alumno o alumna está expuesto, de forma repetida y durante un tiempo, a acciones negativas que llevan a cabo otros compañeros.
Por acciones negativas entendemos tanto las cometidas verbalmente o mediante contacto físico, como las psicológicas de exclusión.
No hay que confundir estas situaciones con los típicos altibajos que se producen en las relaciones entre los alumnos, especialmente a lo largo de la etapa de la adolescencia y preadolescencia. Los conflictos y las malas relaciones entre iguales, los problemas de comportamiento o de indisciplina son fenómenos perturbadores pero no son verdaderos problemas de violencia, aunque pueden degenerar en ellos, si no se resuelven de una forma adecuada.
Podemos citar una serie de características generales que pueden poseer los acosadores y las víctimas y que pueden ayudarnos a reconocer un caso de bullying:
El tipo más común de víctimas presentan normalmente algunas de las siguientes características:
-Son prudentes, sensibles, callados, apartados y tímidos.
-Son inquietos, inseguros, tristes y tienen baja autoestima.
-Son depresivos y se embarcan en ideas suicidas mucho más a menudo que sus compañeros/as.
-A menudo no tienen ni un solo buen amigo y se relacionan mejor con los adultos que con sus compañeros/as.
-En el caso de los chicos, a menudo, son más débiles que sus compañeros /as.
Estas características hacen que sean un blanco fácil para los acosadores que se aprovechan de sus debilidades para llevar a cabo su acoso.
Los acosadores por su parte tienden a mostrar algunas de estas características:
-Fuerte necesidad de dominar y someter a otros compañeros/as y salirse siempre con la suya.
-Son impulsivos y de enfado fácil.
-No muestran ninguna solidaridad con los compañeros/as victimizados.
-A menudo son desafiantes y agresivos hacia los adultos, padres y profesorado incluidos.
-Suelen estar involucrados en actividades antisociales y delictivas como vandalismo, delincuencia y drogadicción.
-En el caso de los chicos son a menudo más fuertes que los de su edad y, en particular, que sus víctimas.
-No suelen tener problemas con su autoestima.
He de señalar que cuando el acosador se encuentra en grupo se crece y suele aumentar su violencia contra el acosado.
Todo esto debe ser observado desde la escuela para captar con rapidez un caso de esta índole que tanto suelen marcar a los que lo padecen.
Debido a esta gran problemática son muchos los programas que se han desarrollado para ayudar en la prevención del “bullying”, entre todos los analizados, yo personalmente apuesto por el elaborado por Marina Parés Soliva que se ha puesto en práctica con mi alumnado del aula de Apoyo a la Integración y que paso a explicar a continuación sus aspectos más relevantes:
Este programa se basa en el respeto a la toma de decisiones del menor sobre la resolución de su propio problema, con la única salvedad de que no se van a tolerar más agresiones sobre él. Todas las acciones a diseñar han de cumplir ese objetivo: Cortar de raíz las agresiones.
Debemos ser conscientes, como indica la definición de “bullying” de que nos enfrentamos a un acoso grupal, eso significa que por un lado está un grupo de alumnos que agraden y por el otro la víctima agredida, muy sola y con muy pocos apoyos, no se trata para nada de una riña entre dos.
Además debemos ser muy cuidadosos con el tono empleado con el niño acosado, ya que estamos frente a un niño que ha perdido la confianza en sus semejantes. Es muy importante no culpar al niño de su situación y para ello es básico responsabilizar de la violencia a aquéllos que la ejercen y no a la víctima. El niño tiene que sentir que lo comprendemos.
También debemos ser conscientes de que a menudo el líder manipulador no es el mismo que ejerce la máxima violencia contra la víctima, dado que como buen manipulador ha conseguido rodearse de aliados que le hacen el trabajo sucio, y si no sabemos identificar bien quién es el líder manipulador la intervención sobre el grupo acosador fracasará.
En el ámbito de clase es el tutor la persona más apta para intervenir de manera adecuada dentro del contexto escolar, en este caso y tratándose del Aula de Apoyo a la Integración, el papel principal lo posee el maestros de Pedagogía Terapeútica, que actúa como tutor en su aula; además debemos hacer que el alumnado posea un papel más activo y que carezca de miedos al denunciar los acosos, para ello podemos instalar en el aula un “buzón de denuncias” con el que posean total confianza de poder comunicarse con nosotros sin miedo a que se desvele la problemática sin antes solucionarla. Cuando el tutor reciba una denuncia en dicho buzón o de manera verbal deberá llevar a cabo las primeras actuaciones que se centran en la protección del niño-víctima, en cortar las manifestaciones violentas y en buscar la colaboración y el compromiso de la dirección escolar.
Un buen plan de intervención consta de dos apartados: La intervención escolar y la intervención familiar (tanto con los padres del niño-víctima, como con los padres del niño-acosador y de los otros niños violentos). Dentro de la intervención escolar hay que distinguir el trabajo dentro del aula, que recaerá sobre el tutor de la intervención con el resto de los profesores, que recaerá más de la dirección.
El trabajo en el aula debe incluir el trabajo con los niños protagonistas, y con el grupo-clase, para cada uno de estos grupos existen diferentes formas de actuación:
Con el niño víctima: Las actuaciones han de centrarse en tres ejes básicos:
Medidas de protección: Deben ser pactadas con el menor y no es aconsejable que duren más de tres meses.
Medidas de aceptación: Debemos ayudar al menor a aceptar su situación, evitando la negación y la huída, trabajar para que el niño víctima supere la auto-inculpación, todo ello, a través de charlas tutoriales.
Medidas de reconocimiento: Se basa en la aplicación de actuaciones que aumenten la autoestima del niño-víctima, pues hay que fomentar la valoración de su imagen pública dándole algún papel protagonista en la vida del aula.
Con el grupo de matones: Las actuaciones se regirán por estos cuatro principios de actuación:
Control: Transmitir el mensaje claro de que no se va a permitir más violencia y explicitar las medidas correctoras si ello continúa.
Detección: Hay que saber distinguir entre quién acosa y quienes lo secundan
-Responsabilidad: Debemos potenciar la responsabilidad de las propias actuaciones que van desde pedir perdón al niño-víctima hasta acciones concretas de compensación. Primero estas actuaciones han de ser supervisadas por un adulto y valoradas por el niño-víctima.
-Disgregación: Hay que romper la unidad del grupo y ello se puede conseguir a través de la inclusión de sus miembros en otros grupos.
Con el grupo-clase:
Este grupo debe ser considerado como víctimas secundarias del grupo acosador ya que han sido testigos de situaciones violentas y pueden poseer mucho miedo a ser tratado igual, al tiempo que hay mucha culpa, mayor en la medida que más edad tiene el grupo-clase, por no saber defender a la víctima. Por ello debemos basar nuestra actuación en principios como:
-Reacción: Donde potenciaremos la recuperación de la capacidad de reaccionar frente al grupo acosador a través de la denuncia pública en las tutorías privadas o anónimas a través del “buzón de denuncias”. Además podemos contribuir a la creación de grupos anti-bully siempre que no se actúe a través de la violencia para no recaer en otro caso de bullying.
-Convivencia: Debemos fomentar de manera especial los valores de la convivencia. Se considera muy útil la elaboración de trabajos sobre ética, violencia, coraje y espíritu crítico y las posteriores exposiciones en clase.
-Solidaridad: Se debe favorecer actuaciones que ayuden a la inclusión del niño-víctima en la dinámica de la clase. Un aumento de tareas de responsabilidad dentro del aula o que reciba protección amistosa el líder positivo de la clase.
Actuación de la Dirección con el resto del profesorado:
La Dirección ha de poder incidir en el resto del profesorado para que se aumente la vigilancia de los miembros del grupo acosador y en la protección de la víctima.
En lo referido a la intervención familiar:
El tutor ha de poder contar con ayuda del psicólogo escolar, o del director para poder intervenir con los padres de los alumnos implicados a los que se les hará entrevistas diferenciadas.
Con respecto a los padres del niño-víctima decir que debemos mostrarnos en todo momento colaboradores y basarnos en contener la angustia del niño y la de los padres y por otro lado debemos ayudarles a no culpabilizar al niño ni a sí mismos.
Con respecto a los padres del niño-matón debemos ayudarles a reconocer que tienen un grave problema a resolver, tenemos que intentar que ellos no permitan ni consientan más agresiones de su hijo y que vean la necesidad de recibir atención terapéutica especializada externa a la escuela.
Con respecto a los padres del grupo acosador también debemos ayudar a que reconozcan la necesidad de que sus hijos aprendan otras formas de relacionarse, para ello es básico que colaboren en pedir perdón a la víctima. Estos padres habrán de ayudar a sus hijos no permitiéndoles más agresiones mediante el auto-control de la violencia, a través del fomento de la autoestima y del desarrollo de un criterio propio que les proteja del sometimiento grupal y les facilite la inclusión en el grupo-clase de forma individual y no grupal. Algunos también requerirán tratamiento terapéutico externo y especializado.
Como conclusión señalar que, aunque en el Aula de Apoyo a la Integración no ha habido caso de bullying, ellos han sido capaces de comprender lo que es gracias a la visión de películas como “Cobardes”. Creo que a través de este trabajo los alumnos han comprendido la necesidad de denunciar los acosos que se produzcan en el Centro (sean víctimas o no) por lo que mi confianza en ellos ha aumentado puesto que sé que serán capaces de analizar la situación y de comunicársela a un profesor/a para intervenir de manera pacífica solucionando los distintos problemas de bullying que puedan darse en el Centro.
Debemos ser conscientes de que este programa de intervención tendrá buen resultado cuando logra atajar la situación de violencia y marginación, y cuando la víctima pueda proseguir la escolaridad en un entorno cálido y protector.
En todo momento se debe recomendar a los escolares víctimas de acoso escolar que no callen, que hablen; por ello he creído importante hacer mención a este plan de intervención que tanto me ha ayudado en el desarrollo de la convivencia escolar y en el fomento de principios de tolerancia, respeto, solidaridad, amor, libertad, confianza… denunciando y desechando cualquier tipo de violencia escolar.
Por último y para concluir añadir la necesidad de consulta de diversas fuentes bibliográficas con las que ayudarnos a en la realización de estas dinámicas, entre todas ellas puedo destacar:
-FERNÁNDEZ HERRERÍA, Alfonso (ed.) (1994). Educando para la paz: nuevas propuestas. Granada: Universidad de Granada, Colección Eirene n.3.
-HICKS, David (comp.) (1993). Educación para la paz: Cuestiones, principios y prácticas en el aula. Madrid: Morata.
-ACNUR ESPAÑA (1995). Material Didáctico: ayúdanos, ¡enséñalo!. Madrid. ACNUR España.
Además es de destacar la importancia que tiene hoy en día la consulta de páginas Web ya que es un recurso muy utilizado debido a la gran variedad de información que nos ofrece y a la inmensa documentación que puede obtenerse a través de dichas consultas, entre las páginas Web que se han consultado puedo destacar:
www.eacnur.org/valores.cfm
http://averroes.cec.junta-andalucia.es
www.pntic.mes.es/recursos/primaria/transversales/index.html
www.edualter.org
www.convivencia.mec.es/
www.edex.es
www.aprendiednoaconvivir.net/es/recursos                           

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